Las autoridades anunciaron ayer que habrá “tolerancia cero” contra quienes quemen vegetales -caña o pastizales- y contaminen el medio ambiente y generen riesgo de accidentes como el ocurrido la semana pasada. “Vamos a ser muy rigurosos en cuanto a la quema de pastizales y cañas. Aplicaremos la ley como corresponde, sin contemplaciones”, dijo el ministro de Economía, Daniel Abad, al cabo de una reunión en la que se expusieron estrategias, entre las cuales está el control inmediato de la tarea de los sectores involucrados en la producción, como son los ingenios azucareros.
La iniciativa, ciertamente, es importante en estos momentos en que está avanzando la zafra -se supone que se encuentra en un 25%- y que comienzan a verse los efectos de las quemas que arrancan livianamente a fines de mayo y se incrementan de manera geométrica para agosto y septiembre.
No obstante, la cuestión dista de estar resuelta con el anuncio de “tolerancia cero” contra los infractores. Se trata de un problema general que convierte a Tucumán en “la sociedad de los incendios” en esta época, y que según las investigaciones científicas, tiene la atmósfera más contaminada entre las provincias de la región. Y dentro de nuestro territorio, Monteros es la ciudad que más sufre los efectos. Las investigaciones dan cuenta de que en estos meses los niveles diarios de contaminación del aire triplican lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera seguro. En nuestra edición de “Panorama Tucumano” se analizaron todas las variantes del problema. No se ha podido llegar claramente a los responsables del fuego, pese a que en Defensa Civil advierten que llegan a tener unas 20 denuncias diarias y a que con la tecnología actual por satélite prácticamente se puede detectar casi en el acto el origen de los incendios.
Los investigadores de la Estación Experimental afirman que es perjudicial para los mismos cañeros sostener la práctica del fuego y estiman que se trata de productores pequeños quienes lo hacen y aluden a una cultura de la quema que está muy arraigada en nuestro medio.
Por otra parte, el hecho de que sean las mismas autoridades de la provincia las que participan en las investigaciones científicas da la pauta de que hay un esfuerzo importante para tratar de modificar las cosas.
No obstante, cabe preguntarse por qué no se llega al meollo del asunto. Se sabe que es arduo multar a los responsables porque el procedimiento burocrático es complejo para descubrir quiénes son. Además, es difícil mover la maquinaria de control en el momento en que se producen las quemas. Eso quedó demostrado la semana pasada después del accidente, puesto que hasta ahora no se sabe quién quemó los pastizales en la banquina de la autopista.
Convendría, ahora que se han anunciado fuertes medidas de control, que se avance en la concientización de otros actores para hacer frente a esta problemática, como son comunas y municipios, a fin de que se pueda cambiar esta cultura de la quema.